La “batalla” coincide con la fiesta del santo patrón de la ciudad que se celebra en el transcurso de una semana, en la que tienen lugar diferentes actividades y celebraciones previas que culminan con esta batalla de tomates que da fin a las fiestas.
La noche previa a La Tomatina, las calles se llenan de tomates mucho más apetecibles de lo que estarán al día siguiente. En la plaza , llena de paellas se cocina sobre fuegos de leña y se bebe vino hasta altas horas de la madrugada. El miércoles por la mañana muy temprano, los comerciantes y propietarios de locales en torno a la Plaza se afanan por proteger puertas y ventanas antes de la caótica avalancha.
